(Franz Kafka)
El pasado 6 de septiembre fuimos testigos de un autogolpe
de estado en el Parlamento de Cataluña, saltándose la legalidad de su propio Estatuto.
Como la balsa de piedra a la deriva de José Saramago, flotando sin rumbo en
medio del océano, así empujan los separatistas a la mayoría de ciudadanos de
Cataluña. Referéndum, sí o sí. Independencia,
sí o sí. Usando el vocablo tan en boca de la izquierda, y que tanto usé en mi
juventud, eso es propio del fascismo.
La obligación de todo Gobierno debiera ser conducir a su
pueblo en paz y de la manera más justa posible, al igual que el capitán de un
navío tiene que dirigir su barco sorteando los escollos para salvarlo del naufragio.
Tal vez sea hora de deconstruir España, hora de reformar
la Constitución y la injusta Ley Electoral, para evitar que las minorías
nacionalistas, tan necesarias hasta ahora para el bipartidismo PP-PSOE,
secuestren la democracia con sus chantajes. Ahora estos dos partidos esperan o exigen diálogo, el mismo que han negado sistemática y prepotentemente cuando
disfrutaban de la mayoría parlamentaria, mientras desde su soberbia iban
hipotecando el futuro de todo un país. A buenas horas mangas verdes. Si hoy
estuviera entre nosotros Francisco de Goya, pintaría un “Saturno devorado por
sus hijos”, carroñeros al acecho del cuerpo exangüe y moribundo, buitres
amamantados por la corrupción y la avaricia de algunos políticos.
Saturno devorando a su hijo
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Mandan a nuestros policías, moderna expedición de los
diez mil, a defender los principios básicos de la convivencia, pero también a estrellarse contra la masa que desde hace varios decenios viene
siendo metódicamente adoctrinada en los colegios para odiar a todo lo que huela
a español. Esos policías y guardias civiles han sido enviados al matadero, a una trampa contra la cruzada de los niños de
la transición. En la algarada sigo viendo a un insensato parapetado tras su hijo a
hombros. ¿Dónde está el defensor del menor? ¿Dónde los crucifixores de aquel torero que
salió a la plaza con su niño en brazos?
Tenemos tal exceso de información por la prensa, las
televisiones, las redes sociales, que el oficio de periodista ya lo ejerce
cualquiera, sin contrastar la noticia, buscando engordar nuestro ego por un puñado
de “me gusta” de nuestros seguidores, sin importarnos lo grande que se vaya
haciendo la bola de nieve cargada de mentira y odio.
Bueno, pues ya han conseguido un nuevo episodio
épico-nacionalista para escribir en su “Història de Catalunya”, con imágenes
frescas del opresor español reprimiendo al pueblo soberano catalán, es lo que buscaban,
mártires del “Procés”. Aparte de toda la maquinaria propagandística que han necesitado
desplegar para conseguir su foto. ¿Quién va a pagar el coste económico de toda
esta locura? ¿Quién las multas? ¿Veremos al President limosneando un euro
a cada elector como ha hecho recientemente el señor Artur Mas, o como en su día
pidió, con mucha más gracia, la Faraona?
En las escuelas se adiestra a nuestros hijos en el
nacionalismo regional más absurdo que sólo crea envidias y aumenta la
brecha entre Comunidades. Recordemos la novela de Orwell “1984”, una distopía
en la que desde el Ministerio de la Verdad se reescribía y falseaba la
Historia, cambiando todo aquello que el Gran Hermano estimara oportuno.
Habría que aplicar el artículo 155 de la Constitución
Española a los 17 reinos de taifas de esta piel de toro que agoniza, con sus 17
gerifaltes y sus lujos administrativos, centralizar las competencias para que
todos los españoles seamos iguales independientemente del territorio en el que
vivamos. ¿Cómo es posible que una ambulancia o un médico no atiendan a una
persona herida en un accidente porque ha ocurrido fuera de su comunidad
autónoma, y sí se preste dicha asistencia a un turista o a un inmigrante (con
todos mis respetos hacia éstos)?
Nuestros padres y abuelos emigraron a Cataluña huyendo de
la miseria del campo en busca de un futuro mejor para los suyos, a una tierra
donde se prometían más oportunidades laborales; y ahora han provocado que algunas
familias dejen de hablarse, que amigos o vecinos se enemisten entre ellos o que
se insulten, por culpa de los cuatro descerebrados irresponsables que les
gobiernan. Han conseguido que la gente tenga miedo a hablar, a decir lo que se
piensa. Y no vale decir “esto no va conmigo”, sí que va con todos, afecta tanto
a catalanes como al resto de españoles.
Mi querida España, el pueblo que no conoce su Historia
está condenado a repetirla. Manos a la obra y no demos lugar a ello.
www.hoyesarte.com |
La república de Utopía es una isla imaginaria con un
sistema político, social y legal perfecto, descrita por Tomás Moro en 1516. El
término utopía proviene del griego “ou tópos”, que significa “no lugar”, id est, una isla en ningún lugar.
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