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jueves, 5 de octubre de 2017

LA UTOPÍA CATALANA


<< Toda revolución se evapora y deja atrás sólo el limo de una nueva burocracia>>
(Franz Kafka)




El pasado 6 de septiembre fuimos testigos de un autogolpe de estado en el Parlamento de Cataluña, saltándose la legalidad de su propio Estatuto. Como la balsa de piedra a la deriva de José Saramago, flotando sin rumbo en medio del océano, así empujan los separatistas a la mayoría de ciudadanos de Cataluña. Referéndum, sí o sí. Independencia, sí o sí. Usando el vocablo tan en boca de la izquierda, y que tanto usé en mi juventud, eso es propio del fascismo.
La obligación de todo Gobierno debiera ser conducir a su pueblo en paz y de la manera más justa posible, al igual que el capitán de un navío tiene que dirigir su barco sorteando los escollos para salvarlo del naufragio.
Tal vez sea hora de deconstruir España, hora de reformar la Constitución y la injusta Ley Electoral, para evitar que las minorías nacionalistas, tan necesarias hasta ahora para el bipartidismo PP-PSOE, secuestren la democracia con sus chantajes. Ahora estos dos partidos esperan o exigen diálogo, el mismo que han negado sistemática y prepotentemente cuando disfrutaban de la mayoría parlamentaria, mientras desde su soberbia iban hipotecando el futuro de todo un país. A buenas horas mangas verdes. Si hoy estuviera entre nosotros Francisco de Goya, pintaría un “Saturno devorado por sus hijos”, carroñeros al acecho del cuerpo exangüe y moribundo, buitres amamantados por la corrupción y la avaricia de algunos políticos. 

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Saturno devorando a su hijo
Mandan a nuestros policías, moderna expedición de los diez mil, a defender los principios básicos de la convivencia, pero también a estrellarse contra la masa que desde hace varios decenios viene siendo metódicamente adoctrinada en los colegios para odiar a todo lo que huela a español. Esos policías y guardias civiles han sido enviados al matadero, a una trampa contra la cruzada de los niños de la transición. En la algarada sigo viendo a un insensato parapetado tras su hijo a hombros. ¿Dónde está el defensor del menor? ¿Dónde los crucifixores de aquel torero que salió a la plaza con su niño en brazos?

Tenemos tal exceso de información por la prensa, las televisiones, las redes sociales, que el oficio de periodista ya lo ejerce cualquiera, sin contrastar la noticia, buscando engordar nuestro ego por un puñado de “me gusta” de nuestros seguidores, sin importarnos lo grande que se vaya haciendo la bola de nieve cargada de mentira y odio.
Bueno, pues ya han conseguido un nuevo episodio épico-nacionalista para escribir en su “Història de Catalunya”, con imágenes frescas del opresor español reprimiendo al pueblo soberano catalán, es lo que buscaban, mártires del “Procés”. Aparte de toda la maquinaria propagandística que han necesitado desplegar para conseguir su foto. ¿Quién va a pagar el coste económico de toda esta locura? ¿Quién las multas? ¿Veremos al President limosneando un euro a cada elector como ha hecho recientemente el señor Artur Mas, o como en su día pidió, con mucha más gracia, la Faraona?
En las escuelas se adiestra a nuestros hijos en el nacionalismo regional más absurdo que sólo crea envidias y aumenta la brecha entre Comunidades. Recordemos la novela de Orwell “1984”, una distopía en la que desde el Ministerio de la Verdad se reescribía y falseaba la Historia, cambiando todo aquello que el Gran Hermano estimara oportuno.


Habría que aplicar el artículo 155 de la Constitución Española a los 17 reinos de taifas de esta piel de toro que agoniza, con sus 17 gerifaltes y sus lujos administrativos, centralizar las competencias para que todos los españoles seamos iguales independientemente del territorio en el que vivamos. ¿Cómo es posible que una ambulancia o un médico no atiendan a una persona herida en un accidente porque ha ocurrido fuera de su comunidad autónoma, y sí se preste dicha asistencia a un turista o a un inmigrante (con todos mis respetos hacia éstos)?
Nuestros padres y abuelos emigraron a Cataluña huyendo de la miseria del campo en busca de un futuro mejor para los suyos, a una tierra donde se prometían más oportunidades laborales; y ahora han provocado que algunas familias dejen de hablarse, que amigos o vecinos se enemisten entre ellos o que se insulten, por culpa de los cuatro descerebrados irresponsables que les gobiernan. Han conseguido que la gente tenga miedo a hablar, a decir lo que se piensa. Y no vale decir “esto no va conmigo”, sí que va con todos, afecta tanto a catalanes como al resto de españoles.
Mi querida España, el pueblo que no conoce su Historia está condenado a repetirla. Manos a la obra y no demos lugar a ello.




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La república de Utopía es una isla imaginaria con un sistema político, social y legal perfecto, descrita por Tomás Moro en 1516. El término utopía proviene del griego  “ou  tópos”, que significa “no lugar”, id est, una isla en ningún lugar.


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